miércoles, 4 de mayo de 2011

Eres la mejor metáfora del tiempo.


Desperté entre mariposas y telarañas. Había tenido una pesadilla bastante agradable, para las que solía padecer. El sol se colaba suave entre las sábanas blancas mientras los bostezos se me comían a bocados pequeñitos las entrañas. Era una mañana deliciosa. Con aroma a lluvia reseca y a flores lagrimosas.
Cerré los ojos e imaginé la suave brisa salada del océano llegaba desde la autovía para jugar entre las yemas de mis dedos y los mechones de mi pelo. Imaginé que una estrella entraba por la ventana y me guiñaba un ojo. Imaginé que nunca había llorado, que aquella mañana fresca y húmeda era mi rutina diaria. Por un momento, dejé de ser yo misma para sentirme John Lennon gritándole al mundo esperanza.
Después abrí los ojos de nuevo ¡y ahí estabas! Tu sonrisa inundaba la habitación y ya no necesitaba de los rayos de sol para despertarme por completo. Los cuentos ya no me servían, las pesadillas no me retuvieron. La realidad se aclamaba con un golpe de estado en mi corazón. Y yo, ante tanto remolino de verdades, me entregué.
La realidad de dejar que me ames, de amarte con todo mi ser.

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